Juego triple de la palabra:
la palabra que te digo,
la palabra que oyes,
y la palabra que es.
Y se agrega otro juego todavía
que envuelve a las otras
como manto que no puede partirse:
la palabra que no es.
Y al margen o en el medio,
la loca tentación
de armar un diccionario
con todos esos juegos.
Un pequeño laberinto
que demora el encuentro.
Un unánime idioma
de otra alfabetización.
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