Un sanjuan lluvioso el de 2014.
10 AM, muerte cerebral
y vida(s) donada(s).
MJ nos alcanza camino de la Santa Cova,
en Montserrat,
ella, tan castellana.
Ha corrido más, y nos espera con los ex-votos.
Mujer de señales, nos reclama
en el camino del rosario,
con misterios gozosos y dolorosos,
con llamadas interrumpidas
y entremezcladas,
con el desgarro de los hermanos
y los primos y las amigas.
Alguien, en la montaña, de nombre hermoso,
pidió atar un lazo de energías
entre las nubes, muy estrecho,
un abrazo, sin conocerla,
advirtiendo el hueco.
Y después han llegado las carreras
de quien más la quiso,
de quien más la extrañará,
de quien corrió menos,
de deudos y devotos...
Carrera perdida de antemano.
Corrió más que nadie la sangre,
anegando "su hermosa calavera",
y reclamó entonces, cuentan, el consuelo
para la madre como último suspiro,
mojando suelo, corazones y SAMU,
encharcando el mar
entre Sagunto y San Juan de Requena,
el día de la fiesta del bautista.
Señales.
Llovió mucho, todo el viaje.
Llovió también en Requena,
junto a la tumba de su padre.
Llovió en Valencia,
donde hicimos noche y donde se hizo vida,
con sus ojos y su entraña,
tan adorables, esa noche terrible.
Señales que M., compañera,
ilustró con tacto, hablando
en la casa de los muertos
de llamadas de vida, para otros,
para unos cuantos,
desde su penúltima cama...
Señales de libros, que de mano
de amigos muertos antes,
nos hablan de llamadas últimas,
ahora con hojas arrugadas,
secas tras el remojo de aquel día.
Señal también de un libro
de dedicatoria pendiente,
para leer de nuevo, yo creo.
Me pidió permiso para el Octubre, octubre,
y se lo di para facilitar el trago
(no sufras, ése vale)
de regalar y celebrar
un medio siglo sin ganas, el mío.
Que el suyo fue el año pasado,
y no hubo revuelo, tampoco,
aunque gracias a él hubo reencuentros
del grupo del cole y del insti.
Y recuperó amigos, que no perdió nunca,
porque siempre quiso mucho,
y porque nunca perdió el tiempo
regodeándose en rencores.
Se va secando la ramita de tomillo
que he cogido por compañía,
para ocupar el vacío
de mis pulmones, que en expirar
se vuelcan, que por vaciarse
anhelan. Que huela bien
su tiempo, su verso y su esquela,
como su piel entonces, solo la suya.
La vida sigue, sí, pese al desgarro,
sobre la herida cabe el abandono.
(esta foto la hizo ella, en Venecia, el año pasado y ahora había empezado a jugar con colores y efectos de editor de fotos en su ordenador nuevo) |
Preciós cavaliere....a vegades l'aigua s'emporta fins i tot el millor...una abraçada immensa, estic segura que a ella li hauria encantat.
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