Volver a las palabras.
Creer en ellas. Poco. Sólo
un poco. Lo bastante
como para salir a flote y coger aire
y así poder aguantar, luego,
en el fondo.
Volver a las palabras. Con
voluntad de sentido.
Boque ando. Pez en la orilla
común de los creyentes.
Volver. Decir superficie. Escribirla.
No, lector, no deslices
tan rápido tus ojos por la página,
nada teobliga a terminar
de leer este texto. Puedes
dejarlo. Muchos lo habrán hecho
antes de haber llegado a estas líneas.
He dicho superficie. Vuelve atrás.
Detente. Piénsalo. Piénstelo. He
escrito la palabra palabra y
estoy tratando de decirte algo
que no acierta a decirse. Entonces
digo impotencia. Tú sabes lo que es
la impotencia, a buen seguro
alguna vez la habrás sentido. Ahora
te pido que despojes la impotencia
de la palabra que la nombra
y te quedes sintiéndola tan sólo.
¿Lo consigues?
Tal vez no sea para ti,
ahora, tiempo de impotencia.
Se deslizan tus ojos por
los caracteres impresos y sientes
cierto placer en esta redundancia
de lo escrito. Los óvalos te tientan.
Aproxímate, lector, mira por
ese pequeño orificio. Adéntrate.
Hay abismo -¿abismo?- hay vértigo.
Repite, entonces, conmigo Infinito.
Di Infinito. Repítelo. No dejes
de decirlo, hasta que pierda sentido la palabra infinito y
te encuentres en el vértigo,
desprovisto de pértiga.
Entonces di Infinito. Pronúncialo.
Pronúncialo de nuevo,
despacio, con voluntad de sentido.
Como al principio del mundo o
del poema.para volver. En superficie
por un tiempo.
Para hacer el tiempo
brevemente.
(de Chantal Maillar, en Hilos, Tusquets editores, Nuevos textos sagrados)
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