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sábado, 15 de diciembre de 2018
Parece ser (lo dice mi profe) que cavaliere en italià no significa exactamente lo mismo que en castellano. Un caballero en Italia vendría a ser un gentiluomo. O algo así. Llevo años, pues, firmando como jinete. El jinete rojo.
Lost in traslation. Traïdor traslate. Dislate.
Vaya por dios. El quijote rojo, diventato un scherzo. Un chiste. Un acudit.
Vergogna.
Peccato.
Años fugint de la terrible comparació amb Berlusconi. Anys a años luz.
I en los últimos terribles tiempos de la deslumbrante Al-Andalus, com a propaganda política, fins i tot, esdevingut senyorito andalú.
Il cavaliere si pensa oggi scambiare (*) il nome. O la parla. O dejarlo estar.
Mas viva babel. Así, en minúscula.
Sbagliare, la meva patria.
Com la poesía.
Por mi sincera y entregada enemistad amb els pronoms e pronomi: nada sustituya mi confusión. De moment. A pesar de esto, cavaliere no me desagrada del todo (sobre todos las acepciones más alejadas de la primera).
Las apropiaciones de otros no son mis apropiaciones. Que conste.
Y viva el/lo rojo.
Y mi adorada mestressa dulcinea, la poesía (también así, en minúscula).
(*) Por cierto, díganme si la polisemia italiana no es endiablada leyendo las acepciones de esta palabrita -scambiare-.
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