viernes, 21 de diciembre de 2018

feliz 2019

En septiembre estuve en Umbria, y me traje algunas fotos pensadas para la felicitación de este año.

Había unas cuantas candidaturas,
 por sus caritas graciosas 
o por su leer desde pequeñitos...

 

por su 'frescura' y ternura en el yeso...


o por el 'no sé qué' de sus miradas...


Al final, la elegida ha sido esta imagen de un ángel trompetero, foto hecha en la Chiesa di Sant Agostino, en Orvieto, donde forma parte del montaje de una de las anunciaciones en piedra más increíbles que he visto en mi vida:


¡Que viene el año nuevo, aviso!


sábado, 15 de diciembre de 2018




Parece ser (lo dice mi profe) que cavaliere en italià no significa exactamente lo mismo que en castellano. Un caballero en Italia vendría a ser un gentiluomo. O algo así. Llevo años, pues, firmando como jinete. El jinete rojo.
Lost in traslation. Traïdor traslate. Dislate.

Vaya por dios. El quijote rojo, diventato un scherzo. Un chiste. Un acudit.
Vergogna.
Peccato.

Años fugint de la terrible comparació amb Berlusconi. Anys a años luz.
I en los últimos terribles tiempos de la deslumbrante Al-Andalus, com a propaganda política, fins i tot, esdevingut senyorito andalú.

Il cavaliere si pensa oggi scambiare (*) il nome. O la parla. O dejarlo estar.

Mas viva babel. Así, en minúscula.
Sbagliare, la meva patria.
Com la poesía.

Por mi sincera y entregada enemistad amb els pronoms e pronomi: nada sustituya mi confusión. De moment. A pesar de esto, cavaliere no me desagrada del todo (sobre todos las acepciones más alejadas de la primera).

Las apropiaciones de otros no son mis apropiaciones. Que conste.

Y viva el/lo rojo.
Y mi adorada mestressa dulcinea, la poesía (también así, en minúscula).

(*) Por cierto, díganme si la polisemia italiana no es endiablada leyendo las acepciones de esta palabrita -scambiare-.