lunes, 19 de agosto de 2013

pasta gansa, y más...

Hay quien dice (yo digo ¡exagera!) que ha vuelto de Sicilia con tres quilos más de los que cargaba al salir 
(esas manías estúpidas de pesarse, tan horrorosas, digo yo) 
(la pesada inicial tuvo la excusa de controlar el peso de la maleta a facturar,
no tiene perdón la postrera, vuelvo a decir yo otra vez, a riesgo de ser pesado).
Si bien hemos comido con fruición, y más hidratos de carbono de los necesarios estrictamente,
es cierto que la ingesta ha sido acompañada todo los días por caminatas extensas e intensas,
con subidas de cuestas y escaleras en calles y pueblos empinados y agrestes,
bajo soles abrasadores (que parecían varios de tan entregados a su ardua y ardiente tarea)
que de bien seguro han facilitado la digestión y metabolismo de nutrientes y dejo aquí los detalles...

A la entrada de unos restos en piedra de la religión de los griegos
(al menos la religión de quienes se permitían construir templos,
seguramente con el sudor y el desgarro de otros menos religiosos)
(creo que en Agrigento, en su Valle dei Tempi)
descubrí, y adquirí, también sin merecimiento especial,
estas recetas en formato postal
(no mandéis por correo lo que cocinéis siguiendo sus instrucciones, os ruego)
de algunas de las viandas con que ayudamos a los quilos a sumarse a la carga que ya arrastrábamos:

esta deliciosa pasta con sardinas que nos fue servida por el mismísimos Maurizio Colmenero,
más joven y sin bigote, pero con el mismo gesto, la misma prosodia y su parafernalia


o esta deliciosa pasta con berenjenas
(a alguno que la perseguía desde tierras hispanas le sentó un poquito mal,
seguramente por un exceso de basilico,
tan bueno en cambio para quien estas líneas escribe)


nadie probó esta receta, por no hallarla en las cartas
(que no naipes)
de las trattorias visitadas...


pero una variante de este plato,
como condimento de una pasta rizadita, 
como fideos rechonchos o espirales muy estiradas (bucattini, creo)
sí comimos en Segesta, junto a un rissotto di caciofi espectacular
en un bar de carretera al que llegamos por casualidad (caída del cielo, digo yo)


y con el Padrino III siempre en la cabeza,
y el teatro Massimo de Palermo desde fuera 
(estaba cerrado en agosto)
en bares, cantinas, salumerias, ristorantes, por la calle...
estas cañitas de una pasta crujiente y deliciosa
rellena de una crema de ricotta suave y esponjosa
dulce sin empalago
con el puntito salado del queso
y el crujidito de la naranja seca dulce
y su toquecito de pistachos tostados y molidos
y la baba que se te cae aunque no quieras...
es lógico, me estás envenenando, prima, pero dame cannoli
(si termina en i, es que son más de uno, 
si no se dice cannolo y no es lo mismo)
que ya veremos cómo se acaba esta ópera
y si la cavaleria es rusticana
o rossa...


2 comentarios:

  1. Això no es fa! A aquestes hores i amb la gana que tinc, això no es fa... Tu vés entrenan-te a la cuina, i un dia ens pots fer una súper-mega-demostració-degustació, que no només dels llibres viu l'home (i la dona).

    N.B.: Els cannoli m'han arribat a l'ànima.

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  2. ufff cavaliere!!! encara arrossego els que vaig guanyar a Sardenya!!! Itàlia és un dels millors destins dels que gaudim menjant... la qüestió és no pesar-se fins d'aquí un mes o dos!!

    si vols conillets d´'indies jo m'apunto!!

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