jueves, 21 de marzo de 2013

21.03.2013



Yo no tendría aún 6 años pero ya me habían enseñado a leer (una mujer que fue vecina de mi madre toda la vida, hermana de un amigo de mis padres, a la que incluso quisieron casar sus padres y mis abuelos con mi padre cuando eran pequeñitas las criaturas...).
Los domingos íbamos mi padre y yo a comprar pasteles y era un rito que me preguntarán en la pastelería (El pan de París se llamaba) qué quería ser de mayor y que yo contestara, orgulloso y sin saber qué era lo que decía, ¡Poeta! (creo que le ponía la mayúscula y todo).
También recuerdo que mi padre se crecía cuando me oía.
Cuando cumplí 6 años mi padre me regaló este libro, que es una edición de un año antes de que yo naciera.
Llegué a saberme de memoria alguna página completa.

Hoy, 21 de marzo, además del día de la Poesía, también es el día del Síndrome de Down, y el día Contra el racismo y la xenofobia.

Ahora ya tengo más de 6 años, pero sigue siendo necesario que se dediquen días a causas tan evidentemente justas como la existencia sin justificaciones del pensamiento y el lenguaje divergentes, o la celebración del nacimiento de los seres humanos fuera de fronteras incluso genéticas, sin que ello comporte merma de derechos y oportunidades. Y me gustaría que las rosas únicas pintaran las ventanas de un pueblo que no pidiera pasaporte, ni títulos escolares, ni cuentas bancarias, a la gente para nada. ¡Qué le vamos a hacer, con más de 6 años sigo sin saber qué es lo que digo, aunque ya no le pongo mayúsculas a casi nada!

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